sábado, 9 de marzo de 2024

Tarde de otoño en Platerías: Rafael Martín

 Como me viene sucediendo en cada nueva Categoría que abro en Nuestro Madrid, no me resulta nada sencillo elegir mi favorito, seguramente porque Madrid “da pa mucho”.

En el caso de mi canción favorita la competencia es agradable, entrañable, pero brutal. Desde los innumerables números de nuestras zarzuelas más representativas (La Verbena, La Revoltosa, Agua, azucarillos, La Gran Vía, etc.), el universal chotis mejicano de Lara, el Cocidito Madrileño de Quintero y León, esa chulesca sigla de Pedro Llabrés:

Maravilla

Andóbal

Da (el alma, a todos)

Risueño

Inmortal

Dignidad (que sobra)

la madrileña bonita, si vas a la verbena, de España vengo, etc., y todas aquellas que sin duda se le ocurrirán al resto de contertulios, ofrecen una amplia panoplia imbele de posibilidades. Para gustos....

Pues bien, hasta a mí me ha sorprendido que la canción que me ha venido a la cabeza para que ocupe el puesto de favorita sea: Tarde de otoño en Platerías, que seguramente sólo recordarán algunos de los tertulianos más veteranos.

Esta canción, de Alejo León Montoro, con la colaboración de Solano y Aguilar, era de las que yo oía con frecuencia durante mi niñez en las peticiones del oyente de Radio Madrid, en competencia madrileña con el Romance de la Chata, de Rafael Duyos, que tan magistralmente declamaba Alejandro Ulloa y que ha estado a punto de ser mi favorito, aunque no fuera una canción propiamente dicha.


El Café de Platerías ocupa un lugar significativo en la historia del Madrid de la segunda mitad del XIX, por sus tertulias, sus conciertos y sus conciliábulos revolucionarios. Estaba situado en la calle Mayor, a la altura de la Puerta de Guadalajara, es decir entre Herradores y San Miguel. Recuerdo bien que esa zona, para mi madre, era “Platerías”.

El café cerró en 1946, fecha que debió coincidir con la creación de la habanera que estoy evocando.

Existe una digna versión “moderna” hecha por Mocedades, pero como es lógico la que incluyo aquí es la que oía en mi mocedad, cantada por García Guirao, nombre artístico de Juan García Pérez, cantante murciano de zarzuela y canción moderna, que desarrolló parte de su carrera en Argentina.

La letra de la canción es la siguiente: 

La tarde clara, de otoño madrileño

que, en Platerías, tomaba yo café,

con tu vestido gris, entrar en el salón, te vi

y al verte tan bonita, me puse junto a ti.

 La tarde moría en los espejos,

soñaba el amor en los divanes

y todo yo temblé, en el momento aquel, mi bien,

que todo ruboroso, mi amor te declaré.

 Tarde de otoño llena de sol de Madrid,

café de mis sueños donde mi amor encontré.

¡Ay, 1800, qué lejos ya estás de mí!,

todo pasó como una luz que yo apagué,

tarde de otoño llena de sol de Madrid.

 Alfonso XII volvía de los toros,

Julián Gayarre cantaba en el Real

y yo, en aquel café, gustoso te cité, mi bien

y sueños de ilusiones, inquieto te esperé.

 Las luces de gas iban creciendo, la noche llegaba lentamente

y al no verte venir, creyéndome de amor, morir,

me fui de Platerías, pensando solo en ti.

 ¿Y qué tiene esta canción para que la elija como mi favorita? Pues no lo sé a ciencia cierta. 

Es evidente que yo no fui al Café de  Platerías; que no alternaba en  los toros con Alfonso XII; que no oía a Gayarre en el  Real…, puede ser que desde mi más tierna infancia yo haya sido  un cursi melancólico al que le gustaran las habaneras y los amores imposibles… pero no, lo que  me ha atraído siempre de esta canción es el protagonismo del otoño madrileño que es, sin duda, mi estación favorita: eso de la tarde moría en los espejos, lo de las luces de gas iban creciendo o lo de que la noche llegaba lentamente, siempre me ha llegado a las entrañas otoñales, como las castañas o las largas tardes jugando al futbol hasta la hora de cenar

¡Qué le voy a hacer!

 

 

 




 

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