Carlos, nuestro paciente pastor
(hay mucho “protestante” en la Tertulia) ha determinado que la próxima reunión,
que se celebrará el día de San José (no tenemos ni un Pepe, ni una Pepa), se
dedique a hablar de nuestras fotos favoritas de Madrid, lo que yo traduzco
inmediatamente como una nueva etiqueta del blog Nuestro Madrid.
Es cierto que produce un cierto
rubor hablar de fotografía en un grupo en el que hay importantes profesionales
del gremio y no menos importantes aficionados, pero allá voy sin-vergüenza.
Mi foto favorita, ¡qué difícil elección! Tras darle muchas vueltas, al
final opté por la que da nombre a esta entrada, pero antes de exponerla y
explicar esa elección tengo que satisfacer unas cuantas deudas fotográficas contraídas
con mi (nuestro) Madrid.
Mi primera deuda es
con Las Vistillas “meloneras”; ¡menudo mercado! Por la dimensión de los stands,
debían citarse en este lugar compradores de muy diversos barrios y zonas de
Madrid. Se puede observar que no se había construido el ala norte del Seminario,
que mi padre decía le había privado de disfrutar de la visión de las Sacramentales,
que ayuda a la meditación sobre lo efímero de nuestra existencia.
Mi segunda deuda es
con el Cuartel del Rosario, cuya vista aérea, tomada del blog Historias
Matritenses, permite apreciar su importante dimensión. Ahí tenemos ahora la
Dalieda llena de rosas y el llamado Parque de la Cornisa. Si lo hubieran
derruido y si no hubieran volado para abrir la Gran Vía de San Francisco, ahora
podría ver desde mi balcón la querida casa de mi abuela y el balcón entre cuyos
barrotes metí la cabeza hasta que gracias al jabón pudieron extraerla.
Mi tercera deuda es
más cercana en el tiempo, ya que está a caballo de la guerra “civil” y mis
investigaciones sobre la estancia de Cela en Hoyo de Manzanares en el verano de
1942. Se trata de una muy conocida foto de la farmacia situada en el 39 de la
Gran Vía, casi esquina con Callao, que estuvo protegida con sacos terreros,
para evitar los destrozos de los bombardeos dirigidos, principalmente a la
Telefónica. Ese trozo de Gran Vía se llamó, consecutivamente: Avenida de Pi i
Margall; de la CNT; de Rusia; y de José Antonio. Pues bien, la titular de la
Farmacia era Mª Luisa Conde Picavea, y su hermana Charo era, en aquél 1942,
novia de Camilo José Cela, que veía a lo lejos, desde el Pabellón de Reposo de Hoyo
la silueta de la Telefónica y añoraba a su novia, que echaba una mano a la
hermana en la farmacia.
Y ahora, pasando olímpicamente de
la considerada
primera foto de Madrid, porque por mucho mérito que tenga y por
mucha curiosidad que concierte, poco o nada tiene que ver con mi vida, mis
recuerdos o mis vivencias, y dejando a los expertos que nos hablen de los
grandes fotógrafos de Madrid como es el caso, por ejemplo de: Charles Clifford (el espía), Jean Laurent, Ramón
Masats, los Alfonso Sánchez (padre e hijo), Catalá Roca o Santos Yubero, me meto
de lleno con la que he elegido para personalizar y titularizar esta entrada:
El fotógrafo, fotografiado, porque no
me he atrevido a titularla: “El fotero, foteado” (dejo las patadas al
diccionario a los profesionales entusiastas de esta actividad)
Mis razones para haber considerado como mi favorita esta foto son varias y de muy diversa índole:
-Porque Alfonsito, que fue quien fotografió al fotógrafo, era vecino. Había nacido en la Morería y estudió en el Liceo Francés, que estaba en la calle Príncipe de Anglona, como muchos de mis amigos del barrio.
-Porque deja testimonio de un oficio desaparecido, el del "minutero", aunque de vez en cuando en los alrededores del Palacio Real veo a alguno que disfraza al posante y ejerce de minutero.
-Porque está tomada en la Plaza de Oriente que es uno de los lugares más fotografiados de Madrid, gracias a lo cual podemos ver las distintas versiones con las que nos han obsequiado nuestros munícipes: Plaza redonda o cuadrada; Reyes alrededor o Reyes dentro; verjas protectoras o espacios expeditos; Calles circundantes con Perico dando vueltas, con coches o peatonales; etc.
La foto está tomada allá por 1925 y parece que los Reyes estaban de espaldas a la estatua de Felipe IV.
-Porque la imagen es entrañable: El padre, que ha venido de la periferia a la Capital, le pide al minutero que le "eche" una foto a los niños que posan entre curiosos y asustados para inmortalizar el momento. El niño está en posición de firme, lo que hace peligrar los botones de la chaqueta.
Gracias Rafael, Por abrir esta sección con muy interesantes fotografías. Entre ellas, no puedo ocultar mi predilección por la del fotógrafo fotografiando al fotógrafo. Me hubiera encantado estar allí en ese momento para fotografiar a Alfonsito fotografiando al fotógrafo.
ResponderEliminarRafael, acabo de guardar la foto de la farmacia, es todo un ejemplo de adaptación a las circustancias
ResponderEliminar¿Quién eres?
EliminarLas fotografías tienen un gran poder evocador, no son solo un recuerdo, son emociones vivas que vuelven a traspasarnos cada vez que las vemos. Gracias Rafael por este nuevo capitulo del blog y tu texto tan entrañable.
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