viernes, 16 de febrero de 2024

La estación del poeta.Por Paco Gomez.

En la urbe vibrante, donde el tiempo corre veloz,

una estación se transforma, un nombre toma su voz.

Metropolitano ya no es, ahora es Vicente Aleixandre,

un poeta que, en sus versos, el universo expande.

Elena, con su nieto, la historia va contando,

de la casa Vellintonia, vestigio del pasado.

En la calle que ahora lleva el nombre del poeta,

reside la memoria, viva y siempre inquieta.

Los hijos de Neptuno, buscando el estadio,

se encontraron con versos, en un mágico legado.

Y exclamaron:  W"anda si aquí no está".

Y de nuevo a las cavernas del metropolitano para dirigirse a la Peineta.

Pero cuando llegaron ya no estaba el Wanda se encontraron el Civitas.

Cuarenta años habitó, el poeta en su morada,

creando mundos de palabras, con su alma enamorada.

Vallecas Calle del Libro, al poeta rinde homenaje,

con tinta y papel, celebrando su mensaje.

La Real Academia guarda su impronta y su saber,

en la silla que ocupó, donde la palabra es poder.

Vicente Aleixandre, maestro de la lírica,

tejió con su verbo, una aurora mágica.

La palabra, un día, fue calor y relámpago,

en la voz del poeta, un universo sin atajo.

 Palabra.

La palabra fue un día

calor: un labio humano.

Era la luz como mañana joven; más: relámpago

en esta eternidad desnuda. Amaba

alguien. Sin antes ni después. Y el verbo

brotó. ¡Palabra sola y pura

por siempre —Amor— en el espacio bello!

 Con inquietud en el alma,

busco en Google el viejo estadio,

como un explorador, me siento como Cieza de León ante Nasca,

descubro un escudo en el mapa.

Un león rampante, fiero, en la rasa,

con la franja rojiblanca que lo atrapa.

Metropolitano, barrio que te abraza,

con tu historia grabada en la tierra.

Un himno de pasión que nunca se aplaca,

un sentimiento que el corazón aferra.

Las calles vibran con tu nombre,

con el eco de goles y victorias.

Un equipo que lucha sin renombre,

con la garra y el pundonor de sus glorias.

Cómo un colchonero, un indio de corazón,

que siente el orgullo de tu legado.

Y en este mapa, veo la consagración

de un sentimiento que nunca será borrado.

En el mapa aéreo, una sorpresa,

la silueta del escudo amado,

del Atlético, mi gran empresa,

en el solar, como un sueño grabado.

A mis compañeros pregunto,

incluso a Pablo, el gran historiador,

pero el silencio es su respuesta,

un mutis por el foro, sin razón.

Ni Osorio, con su sabiduría,

se pronuncia sobre este misterio,

¿Es un deseo de urbanidad,

o un capricho del dios Neptuno?

Cada uno que saque sus conclusiones,

pero yo veo la silueta del Atleti,

un símbolo de pasión y emociones,

que en muchos corazones siempre estará latente.

                                     Paco Gómez.


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