miércoles, 18 de septiembre de 2024

Convento de Santa Catalina de Siena en Mesón de ParedesPaco Gómez.

 He realizado esta composición a modo de canto de ciegos.


Los datos históricos manejados son los siguientes:

1. Catalina Téllez, camarera de Isabel la Católica, fundadora del convento dominicos de Santa Catalina de Siena.

2. Pepe Plazuelas, también apodado Botella, rey de España, llamado de esta forma por la abertura de plazas con la demolición de conventos.

3. Duque de Medinaceli que realizó su palacio en 1752 uniendo varios solares de la zona.

4. Conde de las Torres, heredero del solar y propietario del palacio que dona a las monjas.

5. Arquitectos del jardín, Emilio Rodríguez y Francisco Domoso.


 

   El cantar


"Las monjas de Lavapiés, las de Santa Catalina de Siena"


¡Atención, amigos, que les voy a contar!

¡La historia de un convento, antiguo altar!

En Lavapiés, un barrio de Madrid,

donde el pasado y el presente se han unido.


En tiempos de Isabel, la reina tan buena,

Su camarera fundó esta casa serena.

Santa Catalina de Téllez, su nombre llevó,

y en este barrio su historia se sembró.


De aquí para allá, el convento se fue,

hasta que en Lavapiés encontró su lecho.

En una mansión noble, de gran belleza,

vivieron las monjas, llenas de pureza.


Pero el tiempo pasó, y la ruina llegó,

el convento se cayó, su fin estaba a la mano.

Las autoridades, con pesar, debieron derribar,

solo un muro quedó, para recordar.


En una plaza, hoy, sus restos descansan,

un trozo de historia, que aún nos conmueve y fascina.

La puerta adornada, como un banco ahora está,

contando las vidas que por allí pasaban.


Así que si un día por Lavapiés pasean,

busquen este lugar, donde las monjas rezaban.

Y escuchen la historia, que el viento les contará,

de un convento que existió, y que nunca olvidarán.


¡Lavapiés, Lavapiés, barrio de tradición,!

¡Dónde la historia se mezcla con la emoción!

Sus calles y sus plazas, nos cuentan el ayer,

y en cada rincón, un nuevo porvenir.


Los arquitectos, con gran sabiduría,

intentaron salvar, esta reliquia.

Pero el tiempo y la ciudad, su curso siguieron,

y los restos del convento, así los dejaron.


¡Lavapiés, Lavapiés, barrio de tradición,!

Dónde la historia se mezcla con la emoción!

Sus calles y sus plazas, nos cuentan el ayer,

y en cada rincón, un nuevo porvenir.



Y así termina esta historia, amigos míos,

de un convento que fue, y ahora es un sitio.

Un lugar para recordar, y para reflexionar,

sobre el paso del tiempo, y la huella que dejamos atrás.


[NOTA del coplero]

Si quieren saber más, acérquense a Lavapiés,

y en sus calles antiguas, encontrarán las claves.

De un pasado glorioso, que aún pervive en el aire,

y que nos invita a soñar, y a seguir adelante.




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