viernes, 20 de septiembre de 2024

Entarugados. Paco Gómez.

 "El Entarugado de Lavapiés: Una historia de adoquines y caballos"


¡Ey, tú! ¿Qué te crees, que sabes más que nadie? ¡Pues va a ser que no! ¿Sabes lo que es un entarugado? ¡Pues claro que no! Para eso estoy yo, un auténtico madrileño de Lavapiés, para contarte estas cosas.

Imagínate Madrid en el siglo XIX. Un caos de carruajes, caballos y gente gritando. ¡Un verdadero jaleo! Y claro, con tanto ruido, los vecinos estaban hasta las narices. ¿La solución? ¡Los entarugados! ¿Y qué es eso? Pues unos adoquines de madera que ponían en las calles para que los carruajes no hicieran tanto ruido. ¡Una pasada!


Empezaron con la calle del Barquillo y el Arenal, pero aquello fue un desastre. ¡La madera no aguantaba ni un chaparrón! Pero en algunos portales, como el de Miguel Servet 13, donde había unas caballerizas de lujo, los entarugados aguantaron más tiempo. ¡Imagínate, con tanto caballo entrando y saliendo!

No están bien conservados y algunos han sido sustituidos por adoquines de granito.

Otros entarugado que encontramos en Madrid son de número 43 de la calle de San Marcos, residencia de alguna persona principal, y que se encuentra en un estado excelente, aunque supongo que habría tenido mejor mantenimiento de ser conscientes los actuales dueños del inmueble del valor histórico que atesoran bajos sus pies.

Y luego estaba el entarugado del marqués de Linares, todo un señorito.

¡Imagínate! El marqués era una sibarita que no quería cocinas en su palacio, así que cada día bajaba un carromato con comida desde Lhardy. El ruido del carromato debió molestarle tanto que decidió entarugar el zaguán del palacio.

 ¡No quería oír ni un ruido en su palacio! Así que se pusieron entarugados en la entrada para que el carruaje que le llevaba la comida no hiciera tanto barullo. ¡Menudo caprichoso!

Creo que existe otro entarugado en un número bajo de la calle Coslada, pero no he podido confirmarlo.

Pero bueno, ¿para qué te cuento todo esto? ¡Si ahora estamos acostumbrados al ruido! Camiones, sopladores... ¡Parece que nos gusta vivir en una discoteca! Así que, la próxima vez que veas unos adoquines de madera por ahí, acuérdate de los entarugados y de cómo eran las cosas antes. ¡Y si te encuentras a un madrileño de toda la vida, pregúntale! ¡Seguro que tiene alguna anécdota que contarte!



No hay comentarios:

Publicar un comentario